La localidad navarra de Salinas de Oro acoge un tesoro natural que despierta la admiración de quienes tienen la fortuna de descubrirlo: la cascada de agua salada. Este fenómeno único en España, alimentado por las aguas del río Salado, se convierte en un espectáculo fascinante que combina la majestuosidad de la naturaleza con la intervención humana a lo largo de los siglos.
Es un espectáculo natural que está muy cerca de Estella, en la zona media de Navarra y a poco menos de media hora de Pamplona. Además, Salinas de Oro es muy conocida porque en ella se ubica una de las escasas producciones de sal de manantial que permanecen en activo.
El río Salado, originado en la imponente Peña de Echauri, serpentea a través de la zona de la Navarra Media Occidental antes de desembocar en el río Arga en Mendigorría. Lo que hace extraordinario a este río es su inusual composición: sus aguas son saladas debido a una elevada concentración de cloruro de sodio.
Este fenómeno, aunque peculiar, no es tan raro como podría pensarse, ya que los ríos salados pueden surgir tanto por procesos naturales, relacionados con la geología y climatología del terreno, como por la intervención humana, a través de vertidos domésticos e industriales.
Salinas de Oro, aparte de estar enclavado enclavado en el corazón de Navarra, ofrece a sus visitantes la oportunidad de maravillarse con un rincón mágico: la cascada de agua salada que fluye desde la antigua presa de un molino, encajada en un pintoresco barranco. Esta fusión única entre la naturaleza y la obra del ser humano crea uno de esos lugares mágicos que merece la pena explorar al menos una vez en la vida.
La cascada de Salinas de Oro se mantiene activa durante todo el año, alimentada por las aguas del río Salado, cuya elevada concentración salina la distingue de otras cascadas convencionales. En las proximidades, se encuentran antiguas salineras con una historia que se remonta al menos al siglo XV, testigos del legado y la importancia de la sal en la región.
El cauce del río Salado deja una estampa única en la geografía española: la cascada más curiosa y peculiar del país. Su flujo de agua salada añade un elemento mágico a la experiencia, pero lo que realmente la distingue es su origen, ya que emerge de los restos de la presa de un molino, una estructura de piedra antigua que le confiere un carácter único y pintoresco. El entorno, un barranco rodeado de naturaleza exuberante, contribuye a crear una escena verdaderamente espectacular.
La importancia de esta cascada para la comunidad local es innegable, y su acceso se facilita mediante una ruta diseñada para que cualquier persona pueda disfrutar de esta maravilla natural. Desde el pueblo, se inicia un recorrido por una pista que se desvía de la NA-700, siguiendo marcas verdes que guían hacia el monte Esparatz.
Al llegar a un pintoresco puente románico, es necesario cruzarlo y luego tomar el sendero que se bifurca a la derecha. Siguiendo unos pocos pasos más, se llega directamente a la parte alta de la cascada. Desde aquí, una pequeña bajada conduce a los visitantes a la base de la cascada, donde pueden deleitarse con la vista y el sonido del agua salada que fluye con gracia y majestuosidad.
La cascada de Salinas de Oro es mucho más que un fenómeno natural; es un testimonio de la fascinante relación entre el hombre y la naturaleza. En este rincón mágico, la salinidad del río Salado se convierte en una fuente de maravilla, creando una cascada única que despierta la curiosidad y el asombro de quienes la descubren.
Visitar Salinas de Oro y contemplar esta maravilla es sumergirse en la riqueza natural e histórica de Navarra, una experiencia que perdurará en la memoria de aquellos que se aventuren a explorar este rincón único del mundo.
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