El Partido Socialista de Navarra, metido de lleno en casos de corrupción a través de Koldo García y quienes les auparon a lo más alto de la política socialista, ha aprovechado la cortina de humo de la política nacional para consumar su traición a Pamplona y seguir pagando los peajes de la investidura de Chivite, pactando los presupuestos de la capital navarra.
Y es que, los grupos que sustentan el gobierno municipal (Bildu, Geroa Bai y Contigo) parecen haber alcanzado un acuerdo para los presupuestos municipales de 2024, la socialista navarra Marina Curiel se ha echado en los brazos políticos de Bildu, y a cambio de cuatro millones de euros en enmiendas, habrían alcanzado una cuerdo para sacar adelante las cuentas de Pamplona.
Resulta curioso que Curiel haya mantenido docenas de encuentros y horas de negociación con el equipo de Gobierno cuando su antecesora en la portavocía socialista de Pamplona, la hoy ministra Elma Saiz, se negó siquiera a sentarse con la entonces alcaldesa, Cristina Ibarrola.
Los socialistas de Pamplona, que desde que Chivite accedió a la poltrona del Palacio de Navarra tenían pactado con el etarra Otegui que a cambio de su apoyo le regalarían la vara de mando a Asirón, rechazaron un papel en blanco en la negociación de los presupuestos a Ibarrola.
Saiz, antes de ser premiada por los servicios prestados con un ministerio, pudo haber tenido mucha más capacidad de influencia sobre el presupuesto municipal a través del cheque en blanco que le presentaba Ibarrola, pero tenía que cumplir con los acuerdos pactados previamente y se inventó la teoría fake de la parálisis de la ciudad para justificar una moción de censura que se consumó el día de los inocentes, el 28 de diciembre.
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